Con el término de las vacaciones y el inicio del año escolar muchos niños se pueden ver afectados por la pediculosis del cuero cabelludo. Se trata, sin duda, de una de las enfermedades más transmisibles en la infancia, que según estimaciones afecta a 1 de cada 3 escolares en nuestro país.
Es muy importante erradicar el mito de que la pediculosis afecte sólo a personas con poca higiene. El piojo no distingue barreras sociales y aprovecha muy bien el uso común de peinetas, cepillos, cintillos, gorros y almohadas, así como el contacto estrecho entre las personas, para infectar a cualquiera. Estas condiciones son aprovechadas por el parásito con la llegada de los niños al colegio, especialmente en marzo.
Una vez que aborda la cabeza, se fija al pelo con las garras -parecidas a ganchos- que tiene en el extremo de sus patas. El nuevo huésped inicia así su molesto y estigmatizante ciclo, hasta llegar en el plazo de tres semanas al estado adulto, que corresponde a un pequeño insecto que se puede ver con una lupa casera.
Como se alimenta de sangre -es el insecto chupasangre por antonomasia- produce mucha picazón al momento que muerde el cuero cabelludo para succionarla, provocando el consiguiente rascado. Sin embargo, en realidad se trata de una reacción alérgica a la saliva del insecto, que es vertida por él para evitar que la sangre que van a chupar se coagule. Es bueno tener presente que la picazón no siempre empieza de forma inmediata. A veces los niños tardan varias semanas en empezar a rascarse, pero pueden quejarse de tener “cosas” moviéndose o haciéndoles cosquillas en la cabeza.
Para disminuir la posibilidad de contagio se recomienda enviar a los niños al jardín infantil y al colegio con el cabello corto, amarrado o recogido; no compartir peinetas, cepillos, sombreros u otros objetos para el cabello; y revisar al niño todas las semanas y aplicar un peine fino, metálico, cada cierto tiempo.
Existen varios tratamientos, con soluciones o champús específicos. Cualquiera de ellos puede ser efectivo si se considera la edad del paciente y el tiempo en que se debe aplicar. Este último punto es muy importante, ya que la mayoría de los tratamientos no resultan, porque no se considera el tiempo transcurrido desde que el huevo del futuro piojo -liendre- se desarrolla hasta llegar a araña adulta.
Muchos champús contienen lindano, un insecticida clorado que es potencialmente tóxico para los niños. En la actualidad, lo más avanzado son los vinagres preparados con corteza de cuasia amarga, una planta originaria de Centro América.